Saber cómo responder a las preguntas de nuestros hijos es el tercer elemento crítico en la comunicación. Si deseamos que ellos compartan sus sentimientos, opiniones, temores o dudas con nosotros, debemos acogerlos en forma cálida. También debemos demostrarles calidez cuando queremos darles a conocer nuestras opiniones o la manera de solucionar conflictos.
La forma de expresarnos también presenta ciertos elementos críticos que pueden facilitar o bloquear la receptividad. Algunos de estos elementos son los siguientes:
- Saber manejar el tono de la voz. Debemos darnos cuenta cuando nuestra voz suena a crítica o burla, o cuando damos la impresión de estar imponiendo órdenes y gritando. Estas tonalidades bloquean la comunicación. Por ello, un tono de voz cálido y amistoso forma parte del éxito en la comunicación.
- No ofrecer consejos cada vez que su hijo le habla. Es mejor escucharle con atención y tratar de entender sus sentimientos detrás de las palabras, y luego verificar lo que ha querido expresar.
- No convertir la conversación en un regaño. Usar palabras precisas, frases cortas y comentar sólo lo esencial. Así se evitan los famosos discursos o «regaños» que sólo conducen a reacciones agresivas.
- Evitar el uso de palabras recriminatorias como «siempre» y «nunca». Por ejemplo: «siempre haces lo mismo para contrariarme» o «nunca me ayudas en nada». Estas afirmaciones llevan a sus hijos a optar por reacciones de contra ataque o actitudes defensivas. En cambio, si les hablamos de nuestros sentimientos creamos una atmósfera positiva y facilitamos la conversación. Por ejemplo: «Siento que no me ayudas lo suficiente; me gustaría que me ayudaras más con el aseo de tu cuarto».
- Evitar el uso de palabras hirientes o despectivas. La mejor manera de romper el diálogo con un hijo es decirle que es «vago» o «egoísta».
- Criticar el tipo de comportamiento, no al hijo. No concentrarse sólo en las faltas, asegurarse de halagarle los aspectos positivos. Entendamos que cuando felicitamos a nuestros hijos en lugar de criticarlos, ellos rápidamente aprenden a sentirse bien y seguros de sí mismos.
- Cuando tenemos que responder algo a nuestros hijos es más conveniente utilizar la palabra yo en vez de tú. Con esto abrimos la posibilidad de que nos escuchen porque no les suena a regaño. Al hacer afirmaciones es mejor utilizar la primera persona, por ejemplo: «me molesta mucho que me respondas de esa manera» en vez de «tú siempre tienes esa forma de responder». Con esta técnica se evita poner al interlocutor en guardia. Una buena forma de responder a su hijo es expresándole sus sentimientos; algo como «estoy preocupada por…» o «entiendo que a veces es difícil.”. Si usted habla por sí mismo estará brindándole a su hijo la posibilidad de que él haga lo mismo, creando así un diálogo productivo en lugar de un campo de batalla en el que alguien tiene que ganar.