El ciclo vital de la pareja

El ciclo vital de la pareja

23 Dic, 2015 | Pareja

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INTRODUCCIÓN

Ser pareja no es fácil. Son muchas las dificultades, las tensiones, el estrés. El número de rupturas conyugales así lo confirma. Pero a pesar de todo, casarse continúa siendo la opción preferente (…) Son varios los estudios que indican que las personas casadas tienen niveles de bienestar psicológico más elevados que las que no están casadas (Oskamp, 1987; Gove, Style, Hughes, 1990). En la gente que está casada se certifican menos casos de tratamiento de salud mental, más indicadores positivos de bienestar psicológico, tales como la felicidad y satisfacción con la vida y menos indicadores negativos como depresión y ansiedad. Gottman (1993) recoge un análisis de la relación entre estado civil y salud, donde se constata que la población menos saludable es la de separados y divorciados, seguida por la de viudos y solteros. La población casada es la que presenta índices de salud física y mental más elevados. Gove y Umberson verificaron que las ventajas del matrimonio más importantes señaladas por las personas casadas es el compartir los problemas, los placeres, el cuidado y la preocupación recíprocos.

Evidentemente, no es el matrimonio en sí el que genera el bienestar. Éste depende del nivel de satisfacción que el matrimonio proporciona. La calidad conyugal afecta a la salud en lo positivo y en lo negativo.

DESARROLLO Y CICLO DE VIDA

La pareja se desarrolla a lo largo de un ciclo de vida donde se destacan etapas distintas que no sólo se suceden, sino que muchas veces se superponen, interconectándose con fases de transición diferentes, y frecuentemente simultáneas. Es necesario encontrar equilibrios a lo largo de las etapas normativas de este ciclo vital-formación de la pareja, nacimiento de los hijos, hijos pequeños, hijos en edad escolar, hijos adolescentes, jóvenes adultos, salida de casa de los hijos, nido vacío, envejecimiento. Es necesario encontrar equilibrios hacia los acontecimientos imprevistos, inesperados, las llamadas etapas no normativas-divorcios, familias reconstruidas, enfermedades, muertes, catástrofes, etc…

La experiencia de desarrollo conyugal empieza sobretodo con la formación de la pareja. Esta etapa es una de las más complejas y difíciles del ciclo de vida  (…)  Sin embargo, cuando se compara con otras etapas del ciclo de vida, habitualmente es considerada como “la más fácil y alegre”. La idealización del otro, la idealización del amor y del matrimonio, el desconocimiento de las dificultades inherentes a la conyugalidad, el deseo y expectativas sobre el descubrimiento del otro, la posibilidad de vivir con el otro sin los obstáculos familiares y sociales presentes durante el noviazgo, entre otros, son factores de esta visión fácil y alegre del matrimonio  (McGoldrick, 1989)

Después aparece la rutina, la mayoría de las veces con el nacimiento y crecimiento de los hijos, que hasta su salida de casa dificulta grandemente o incluso impide que la pareja vuelva a estar a solas. David Olson efectuó una investigación que indicó que la satisfacción conyugal y familiar tiende a diseñar una curva de U, o sea, niveles más elevados en las primeras etapas del matrimonio, una disminución progresiva hasta la salida de casa de los hijos, y un aumento en las etapas posteriores  (…)  Los hijos también pueden contribuir para disminuir la calidad de la relación conyugal si no existe acuerdo entre la pareja cuanto a valores y actitudes educativas. Otra fuente potencial de conflictos es la cantidad de tareas domésticas añadidas y su distribución entre los cónyuges.

La calidad conyugal aparece muchas veces confundida con la satisfacción conyugal. Thomson (1988) considera que el término calidad conyugal es más amplio que el de satisfacción conyugal, reservando este último para los sentimientos personales y la evaluación subjetiva del individuo del matrimonio.

Así, cuando se reflexiona sobre la conyugalidad o cuando se habla de la calidad conyugal, no se puede dejar de considerar dimensiones como amor, funcionalidad y satisfacción conyugal. Vamos a dedicar una atención específica al amor y sus componentes esenciales, pasión y sexualidad, intimidad y compromiso, así como a sus aspectos funcionales-comunicación, conflicto y poder y dependencia vs. independencia.

COMPROMISO

El compromiso está fuertemente asociado a la continuidad de la relación amorosa y supone dos decisiones: a aceptar que se ama al otro y voluntad de continuar amándolo (…) El compromiso supone asociar la fuerza del deseo individual y la determinación para continuar una determinada relación, la estabilidad de las fuerzas que afectan una relación continuada, son algunas de las definiciones de compromiso. En una relación de pareja es posible distinguir dos tipos de compromiso: el compromiso personal con el otro y la relación que implica la atracción por el otro y por la relación  y la obligación moral de continuar la relación, y el compromiso estructural que supone la presión social para  mantener la relación.

INTIMIDAD

La palabra intimidad deriva del término latino “intimus” que significa “secreto” o “el más interior”. Intimidad implica proximidad en relación al otro, es decir, que la relación íntima y la relación próxima son frecuentemente tomadas como sinónimos.

Hatfield identifica como atributos de intimidad:

– revelación mutua de informaciones propias y personales;

– escucha recíproca de las confidencias;

– preocupación profunda por el otro;

– sentimientos intensos de amor y confort con la proximidad;

– y el contacto físico.

Sternberg y Grajek (1984) identificaron diez señales de intimidad:

– deseo de promover el bienestar del otro;

– sentimiento de felicidad con el otro;

– gran respeto por el amante;

– posibilidad de contar con el otro cuando lo necesitas;

– comprensión mutua;

– compartir  el “self” y los bienes materiales;

– apoyo emocional;

– comunicación íntima;

– valorización del amante.

A pesar de que la intimidad implica proximidad, no es compatible con codependencia. Por el contrario, una relación íntima entre dos personas parece exigir la capacidad de ser independiente o un adecuado nivel de diferenciación del self, confianza mutua y un adecuado nivel de autoestima  (…)  Es precisamente la importancia atribuida a la intimidad, en particular por personas casadas, lo que hace que esté en la base de la teoría del amor apasionado/amor compañero de Walster y Berscheid, que presupone una trayectoria lineal en las relaciones amorosas, donde el amor compañero (caracterizado esencialmente por la intimidad) sigue inevitablemente al amor apasionado  (caracterizado esencialmente por la pasión).

PASIÓN Y SEXUALIDAD

La pasión está siempre caracterizada por una gran intensidad de los atributos que la caracterizan-pensamientos intrusivos sobre el otro, idealización del otro o de la relación, deseo de conocer al otro y de ser conocido por él, fuerte atracción  (sobre todo sexual), sentimientos muy positivos cuando todo va bien, sentimientos muy negativos cuando todo va mal, deseos de reciprocidad, deseo de unión completa y permanente, acciones para determinar los sentimientos del otro (celos), estudiar al otro, servirlo, mantener proximidad física (Hatfield,E; in Sternberg,R; Barnes,M 1988).

Semejantes atributos, al revés de lo que sucede con la intimidad, son frecuentemente generadores de malestar físico (como en el caso de la activación fisiológica, miedos de abandono, desconfianza, celos, etc…). La necesidad de fusión con el otro, característica de la pasión, es incompatible con la expresión del desarrollo individual, con la expansión de los límites de cada uno. Además la pasión es tendencialmente centrípeda, en relación al individuo y al otro, imprimiendo un carácter de egocentrismo relacional, lo que también es incompatible con la socialización de la relación, que también es una necesidad esencial para el desarrollo de la pareja dentro de su ciclo vital (…)

Las buenas relaciones son íntimas y apasionadas. Están basadas en el desarrollo afectivo, el compartir y el deseo sexual que no desaparecen con el tiempo. La sexualidad cambia a medida que la relación y los individuos progresan, pero las parejas satisfechas afirman que la sexualidad mejora a lo largo del tiempo (Nowinski, J.1988). No es de extrañar que cualquier pareja pase por periodos de menor deseo y expresión sexual: periodos de mayor estrés, momentos de crisis o de menor satisfacción pueden ejercer fuerte influencia al nivel de la sexualidad. Por ejemplo, durante las etapas correspondientes al nacimiento y crecimiento de los hijos, son habituales periodos que por su carácter estresante conducen a una menor intimidad y sexualidad conyugal. Investigaciones recientes revelan que hombres y mujeres permanecen sexualmente activos durante la vejez, al contrario de lo que se pueda pensar; Del 50% al 70% de matrimonios de edad superior a setenta años afirman tener una vida sexual activa  (…)

DEPENDENCIA VS INDEPENDENCIA

Ser pareja no significa únicamente la existencia de cada uno de sus miembros, o la existencia de los dos, sino de tres, como refiere Philippe Caillé: cada uno de los elementos y “su modelo específico, su absoluto” (Caillé,P;1991). Esta noción de absoluto de la pareja, o sea, de la experiencia relacional, única, particular, hecha de vivencias y significaciones que se generan en la pareja y que la generan, está cercana a la “identidad de pareja” de Lemarie y a la noción de “nosotros” referida por Gullota  (…) Lo que significa que la identidad de la pareja sólo es posible en una constante dinámica entre pertenencia e individualización, dependencia e independencia, que se traduce por lo que Pina Prata llama “interdependencia relacional”. Conyugalidad es entonces un proceso que envuelve dos personas en busca de un equilibrio entre cercanías y alejamientos, entre dar y recibir, entre el deseo de pertenencia y el de autonomía, equilibrio que exige una permanente adaptación y cambio cara al otro, portador de una cultura extraña. La intimidad sólo es posible si existe la capacidad de ser autónomo, de lo contrario aparece la “codependencia”.

COMUNICACIÓN, CONFLICTO Y PODER

Todas las parejas experimentan conflictos o dificultades que tienen que ser resueltas para que la relación pueda ser sentida como satisfactoria. Semejantes conflictos o dificultades se relacionan con diferencias individuales, diferencias entre las familias de origen, reglas, roles y status mal definidos, diferencias entre las necesidades de proximidad (dependencia) o distancia (independencia) con cuestiones relativas a las varias etapas del ciclo de la vida y a la transición entre ellas. Markman verificó que las dificultades más comunes son las que conciernen al dinero, sexo, celos y familia extensa. Tales dificultades, cuando no son resueltas, provocan situaciones de conflicto que tienden a aumentar de frecuencia e intensidad con el paso del tiempo, dando lugar a escalamientos simétricos de la comunicación, productos y productores de auténticas luchas de poder, las cuales son generadoras de insatisfacción conyugal. Dentro de este contexto de luchas por el poder se construyen los problemas y los síntomas.

Los estudios relativos a la conyugalidad  y a su ciclo de vida son, entonces, esenciales, sobre todo en  esta época en que se verifica un aumento siempre creciente de las tasas de divorcio que provocan un aumento significativo de la familia con un solo progenitor (monoparental), de matrimonios seriales, de cohabitación sin matrimonio, etc… Lo que está provocando, como afirma Caillé utilizando una metáfora marinera, que “una corriente extremadamente fuerte en la superficie de las aguas esté modificando completamente en el espacio de dos generaciones, las condiciones de navegación” (Caillé, 1991).

 

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